lunes, 31 de diciembre de 2018

Rio de deshielo

Carmen canta sola con su guitarra sobre el escenario de Ces't la vie, repleto de gente que se acercó al festival Mañana es mejor el 9 de agosto de 2017. Sentada, es toda música: madera, cuerdas, cuerpo, voz. Carmen canta sola con su guitarra dos canciones de Spinetta, y transgrediendo el libreto una canción propia también canta Carmen, sola, con su guitarra. Toca una fibra colectiva cuando introduce con una clara y sutil arenga llamando a evitar el desastre que finalmente ocurre. Carmen canta sola con su guitarra y conmueve.
En apariencia, y por su voz tan personal Carmen es única. Pero un poco más allá de esa apariencia forma parte de una tradición cantora que la precede, es su contemporánea y seguramente la trascenderá. Entonces no es única, y ya no canta sola.
Portada: Gera Echeverría
En Episodios del deshielo Carmen Sánchez Viamonte no canta sus dolores: sangra los dolores de todas. Expone su retrato circunstancial y pasajero, pero que es también el retrato circunstancial y pasajero de muchas, de todas tal vez, convirtiéndolo entonces en retrato colectivo y estructural. A su vez, construye un interlocutor individual, pero nos interpela a todos.
Se vale para eso de elementos mínimos, dando por resultado un disco íntimo, crudo, con aires de urgente. En la guitarra late el pulso de la canción, corazón musical de madera y cuerdas. Es la voz la portadora de melodías saltarinas y alargadas, de remanso, de rabia y de
Desde lo musical es un acierto ese minimalismo. Apenas algunos arreglos de guitarra eléctrica, un poco de percusión en algún pasaje y coros ejecutados por ella misma en una buena demostración de ductilidad vocal. Sobre ese tapiz, destaca la lírica. Acierta entonces Carmen cuando se propone
porque esa utopía le permite expresar con bella claridad sus vivencias desgarradoras a la vez que aún muerta de amor se planta:
yo construyo mis razones
En ese sentido, la expresión más potente de esa fuerza es el rio arrollador de Tornasol. Una canción que de los dolores hace autoestima y bronca, convoca al sol para completar el deshielo y anuncia un destino inexorable:
En este disco, Carmen aúna su historia familiar, homenajes explícitos y ocultos a la música que lleva en los oídos de toda la vida y la catarsis de malos tiempos. Por eso, parte del
que pone en la voz de su padre al principio, pasa por la sensación opresiva de
para epilogar sacándolo todo afuera
Por eso, además, Carmen canta sola con su guitarra y conmueve.

Foto: Eli Portela
Ficha técnica:
Todas las canciones compuestas e interpretadas por Carmen Sánchez Viamonte, excepto Mala (Liliana Felipe) y Soy Pan (Piero).
Grabado y masterizado en El Gallinero Grabaciones.
Arreglos y producción artística por Carmen Sánchez Viamonte y Fermín Irigoyen.
Guitarra eléctrica: Fermín Irigoyen
Voz en introducción: Diego Sánchez Viamonte
Arte de tapa y diseño gráfico: Gera Echeverría

lunes, 24 de diciembre de 2018

Almas que no se resignan

Con un marcado anclaje en el rock de los '70, Ave Tierra (y aliados) consiguen en  este nuevo trabajo un sonido complejo, plagado de arreglos muy variados. Así como aparecen letras, músicas e ilustraciones de amigos de la banda, también hay invitados en todos los temas. Entonces, sumando pianos, violines, trompetas, sintetizadores y voces consiguen agilizar notablemente un disco de por si breve. Los cambios de ritmos y sonoridades permiten la creación de pasajes sorpresivos a la vez que actúan como generadores de climas diversos.

Portada de Dante Sangiacomo

¿Será que el hombre es eso?
¿Esa batalla?
(Mario Benedetti, Esa batalla).

El núcleo conceptual de La razón de las almas es Bruma Malva. Una canción dividida en cuatro partes que actúa como modelo proyectado sobre el amplio lienzo del disco. Porque así como esos cuatro fragmentos breves se unen para dar forma a una canción de algo más de 9 minutos, las 10 canciones (o 13 tracks) en su mayoría breves le dan forma a una sucesión que bien puede escucharse como una gran canción de casi 35 minutos.
En esa trama, lo que hilvana un sentido es la idea de la luz y la oscuridad, el brillo y las sombras, el sol y la luna, el día y la noche, la vida y la muerte como formas de representación de una perpetua tensión, una lucha constante. Por eso, la recorrida del disco nos lleva por diferentes planos y aparecen entrelazados el clima de época, las relaciones interpersonales y la introspección.
Se pueden advertir una serie de hitos distribuidos a lo largo de las letras, que linkean con esos planos. Apenas sugeridas como uno de los caminos posibles, frases potentes y bien contextualizadas dan cuenta de esas tensiones, ya sea aisladas o puestas en relación. En un principio, nacimiento y conciencia del devenir: "hoy, desde las sombras, una luz aparece en vos", "siento que si olvido me hago polvo", "invoco la memoria cuando callas". Como continuidad y nudo del relato, certezas de una realidad ambivalente: "desapareceremos en las mañanas frías y las razones quedarán", "amanece como el sol/otra noche ya vendrá", "los cuadros que ya no están llenando huecos, volvieron quemando fuegos". A modo de desenlace, la soledad y los dolores: "nadie me extraña/alguien me extraña", "y cuando vas a hablar de eso que te mata?", "desde lejos ascendiendo a través/hondo viaje, descenso espiral".
El final, un minuto y medio de piano en clave relajante que replica la melodía de los primeros segundos del disco, es un renacimiento por el cual es posible sostener esas batallas constitutivas de la humanidad y transitarlas aún disueltos en la eternidad. Una trascendencia perpetua que, al fin y al cabo, se convierte en la razón de las almas que no se resignan.

Foto: Catalina Almada
Ficha técnica:
AVE TIERRA:
Eduardo G. Mauro: Guitarra y voz.
Guillermo J. Mauro: Batería.
Fernando A. Chávez González: Bajo.
Arte y concepto gráfico: Dante Sangiacomo.
Producido por AVE TIERRA.
Musica compuesta por Ave Tierra excepto Amanece (Martin Tossi). Letras por Eduardo Mauro, excepto "El Mudo", por Emiliano Tavernini y Eduardo Mauro; "Frontera profunda", por Eduardo Egoscuadra; y "Amanece", por German Garibotto.
Arte y concepto gráfico: Dante Sangiácomo.
Grabado por Pablo Pastorino en El Pie Recording Studios; asistente de técnico: Santiago Vrljicak.
Grabaciones adicionales por Juan Ponche Abraham en Nakao, y por Hernán Mateo en su estudio. Las voces de Tomás Vilche fueron grabadas en Mandarinas Records.
Mezclado por Joaquín Castillo en La Guarida del Mar Muerto.
Masterizado por Mario Breuer
Drum Doctor: Sebastián “Tano” Cavalletti
Musicos invitados:
Tomas Vilche: Voces en temas 3,4 y 5.
Cam Beszkin: Voz en tema 10.
Pablo Amarillo: Pianos en temas 1,7, 8, 9, 10 y hamond en tema 11.
Juan Suarez: Teclados y sintetizadores en temas 3,4, 5, 6.
Federico Terranova: Violines en temas 2, 7 y 8.
Alejandro Navone: Trompetas en temas 1 y 13.
Emiliano Bajamón: Pianos en temas 12 y 13.

lunes, 17 de diciembre de 2018

Etéreo y denso

Sobre el escenario, Matías Patinho y Darío Artiguenave se agachan y manipulan botones y perillas de sus extensas y complejas pedaleras. No se sabe muy bien que movimiento corresponde a cual variación sonora, pero la sensación que transmiten (más allá de la música) es la de dos chicos jugando. Al fondo, su aliado Emiliano Rimoldi alterna la batería acústica con el octapad, entrando en esa atmósfera de juego sonoro que varía y multiplica focos de atención auditiva.

Imagen: Matías Bianchi
Ese espacio lúdico que Prana sostiene explica en parte los 11 temas y más de 50 minutos de duración del disco. El material tiene, incluso, una clara distinción de mitades con fin de Lado A y principio de Lado B que se diferencian por climas, tiempos de duración y cantidad de temas. Esto hace recomendable dos formas de escucha atenta: modo CD, de principio a fin sin pausa, y modo vinilo, con una pausa (como simulación de darlo vuelta) de un minuto entre los tracks 6 y 7, fin del Lado A y principio del Lado B respectivamente. Apenas un juego, ya que de la dimensión lúdica de la música hablábamos.
Lo que se destaca a lo largo de Fulgor es la profundización de la banda en el trabajo sonoro. Los diferentes planos conforman una instrumentación exuberante por momentos, más llana en otros pasajes, pero siempre con la complejidad que permite la experimentación. Lo que cambia notablemente son los climas que con esa premisa generan en Lado A y Lado B. En la primera parte predominan tempos rápidos, melodías ágiles y arreglos con brillo, mientras que la segunda parte está conformada por canciones más largas, tempos lentos, la oscuridad de los sonidos graves, y melodías vocales más sostenidas y alargadas.
De la misma manera, hay una continuidad y un quiebre en las letras. Lo que recorre el disco de principio a fin es una actitud introspectiva que, de manera activa señala la búsqueda de cambio y superación permanentes. Desde formas explícitas como no te alcanza lo que sos, y empezas a pensar y pensar hasta lugares más crípticos como hoy quiero ser yo con todo lo demás, algo va a estallar. Sin embargo, también en este sentido se advierte una diferencia entre Lado A y Lado B. En el comienzo hay detalles de optimismo (descubrí que había adentro mio un verano invencible), pasajes sanadores (no te hundas en el sillón, no dejes que te lime el dolor) y circunstancias triunfales (te busqué siglos en este mundo, y te encontré). La segunda parte se torna oscura (nos vienen a buscar las sombras, ahora) o decididamente en la búsqueda autoperceptiva esencial (hacia el mar es donde voy, a mirar lo que soy, sin pensar, sin hablar, en una canción recuperada de la excelente Sesión delta). La síntesis final profundiza esta idea y la ubica en el plano liberador: a través de la oscuridad profunda se vio a si mismo.

Foto: Martín Marchetti
Ficha técnica:
PRANA
Matías Patinho - voz, guitarras y sintetizadores
Darío Artiguenave - bajo, programaciones y coros
Emiliano Rimoldi - batería, percusión y accesorios
invitados:
Marian Betervide - voz en "Nada más" y coros en "Acantilados", "Elefantes de Metal" y "Salta"
Juan "Tata" Cedrón - voz en "Fulgor" (bonus track)
Mauricio Mayer - coros en "Nada en el Mundo" y "Verano Invencible", piano en "Fulgor" (bonus track)
Pedro Bulgakov - coros en "Nada en el Mundo", tablas en "Ser Parte del Viento"
Leo Giordano - sintetizadores
Santiago Coria - teclados y sintetizadores
Manuela López Corral - texto para "Fulgor" (bonus track)

Arte Gráfico - Matías Bianchi

Grabado entre junio de 2017 y mayo de 2018 en Estudio Mixo (Vicente López)
Producción artística:
Prana y Fernando Taverna
Ingeniero de grabación y mezcla:
Fernando Taverna (Estudio Mixo)
Master:
Daniel Ovie (OVIE Mastering)

Cucha! Discos 018

martes, 11 de diciembre de 2018

Más allá del Chapaleofú

"Somos gente de pueblo viviendo en la ciudad, mirando la ciudad, sin dejar de ser también parte de la ciudad" decía Bruno Pizzorno cuando hace dos años presentaban Mediterráneo (primer disco de Mañana!Micoche!Explotará!). De afuera y por biografía, la definición geográfica aparenta complicada. Con integrantes afincados mayoritariamente en Capital, originarios de Rauch, y en parte con un pasado en La Plata, aún así lo tienen claro: todos los territorios se hacen presentes y los atraviesan. Van y vienen, juegan con esa aparente contradicción, al punto que la tapa de aquel primer disco (un cielo de llanura cortado por cables de alta tensión) deposita su energía en la portada citadina de este nuevo trabajo. Hudson, en pleno trayecto entre La Plata y Buenos Aires, le da nombre a un disco que contiene Ruta 3, Río Salado, línea C del subte, y es tan platense que menciona EL diagonal 73 (1).

Foto: Manu Cascallar
Luego del introito (que sueña con sonar en la radio local) aparece un rock denso que alterna el vértigo de un abismo que nos mira con tramos musicalmente muy calmos. Ese vaivén recorrerá el disco con canciones que se balancean del pop melancólico desbordante de ternura al rock tenso pletórico de oscuridad existencial. Es posible tal dualidad porque la banda alcanza la justa combinación que la canción requiere. Cada arreglo, cada detalle instrumental, forma parte de un conjunto con la lírica para provocar sensaciones simples y directas.
Entonces, el trayecto que nos proponen pasa por el amor inverosímil en la ciudad desierta, por el paisaje cotidiano y trascendente del mantel de hule del destino, o por el delirio onírico de hacer nido, cosquillas, algo, tras la desesperación de percibir lo único real: verte florecer.
Muere la voz antes de volver a hablar, y lo que dirá en una introspectiva canción de fogón es la advertencia de que estamos cegados por la misma sed. El cierre se avecina con la angustia rabiosa de un corazón desamparado. Inevitablemente, el trayecto desemboca en un ruego final que con una frase resume la necesidad de contacto físico y palpable, de calor humano, de piel a piel, del antídoto que ofrece un abrazo en tiempos en los que todo es una mierda: chapemos, a pesar de todo. Es lo único que no nos pueden quitar si lo ejercemos a diario.

Foto: Ramiro Elizalde
Ficha técnica:
Grabado entre noviembre de 2017 y agosto de 2018 en Estudio Sónica, Estudio de la Jungla y Estudio del Parral. Grabado, mezclado y masterizado por Hernán Azcóniga.
Producido por Hernán Azcóniga y MMCE 
Diseño gráfico Rodrigo Nuñez Garcia 
Fotografías prensa Manuel Cascallar 
Prensa Nahuel Ugazio 
Invitados estelares: 
en Jack kerouac Pablo Matías Vidal (Los Valses) 
en Debajo del lucero Manuel Fernández Pérez (Las Sombras) 
Todos los temas compuestos y arreglados por MMCE
Integrantes:
Bruno Pizzorno (Voz)
Fernando Erreca (Guitarra y voz)
Pedro Bassagaisteguy (Guitarra y voz)
Julián Aizpurura (Bajo)
Nahuel Toucoulet (Batería)
Francisco Carregado (Sintetizadores)

Nota al pié (1): En la ciudad de las diagonales, es sabido que los locales refieren EL diagonal, mientras que los habitantes adoptivos mantenemos LA diagonal. Una polémica que probablemente nunca se resuelva.

lunes, 3 de diciembre de 2018

De búsquedas, certezas y pasiones

"Hay un grado de verdad que nadie puede entender por qué le pasa, pero que es evidente para un montón de gente" dice Lisandro Castillo. Partiendo de esa convicción, recorrer los tres Volúmenes de Güacho bien podría ser sentarse a ver si pasa, dejar que pase, disfrutar que pase. Nada debería ser explicado. Pero acá bailamos sobre arquitectura, y si lo que tiene que pasar finalmente pasa, si algún grado de verdad ocurre de manera inexplicable, aún así, como toda verdad, debe ser enunciada.

Foto: Manuel Cascallar

El primer minuto de Sol negro se reparte en mitades de riff potente y clima psicodélico. Recién entonces aparece la voz que enuncia desde la orilla del océano “Con un destino final que no sabe quién soy”. En tanto, el último minuto de El espinazo de la noche es un blues acústico que con aires de canto colectivo repite una letanía desde la memoria persistente: “Recuerdos, miles de recuerdos”. Entre uno y otro pasaron algo más de cinco años que se condensan en casi 2 horas repartidas entre los 3 discos.
Detenidas en ese instante inicial, las seis canciones que componen Vol. I-En la orilla del océano son un disco en si mismo, pero también funcionan como presagio. Vuelo submarino (segunda canción que además había funcionado como simple adelanto en una versión previa) anticipa consejo e intención: “Viajá, que no importa el destino”. Paralelamente, para esa altura del disco la banda muestra un despliegue musical con influencias y elementos que en proporciones variables conforman un sonido propio: riffs hardrockeros que se asemejan a cierto stoner, secciones instrumentales cargadas de psicodelia más cercanas al postrock, y (todavía en menor medida) tempos bluseros.
Aquel destino que se menciona a la orilla del océano tiene algo de no escrito. La propuesta no fue (aunque ahora, con los tres Volúmenes en los auriculares, así lo parezca) seguir unos pasos predeterminados, sino lanzarse al camino y ver que pasa. El guiño existe, está ahí, en las tres canciones instrumentales (la mitad de aquella primera producción). Las letras breves, la voz aún tímida y por momentos vacilante, nos ponen más en la búsqueda que en la certeza, más en dejarnos llevar por melodías y ritmos que en  fijar un rumbo. El cierre de ese debut es El regreso del capitán, un tema instrumental en sitar. Por sonido, melodía y clima, aparecía como un punto final con ribetes exóticos. Sin embargo, con la trilogía completa se puede reinterpretar como unos puntos suspensivos, entre relajante y reflexivo, que empalma con el inicio del Vol. II., una continuidad que se develaría casi dos años después.
Con ese bagaje y aquella intención enunciada en los dos primeros temas, Güacho concreta su primera gira por Europa, aún sin haber hecho demasiada presentación del material en tierras propias. Detalle seguramente inconsciente, pero que tiene mucho que ver con la intención primigenia. No se trataba de grabar tres discos, sino de vivir tres discos. Nada de lo ocurrido en ese trayecto es ajeno a la obra, sino parte, inspiración y fundamento de ella.
Así es que Vol II-Historias de viajeros empieza con una melodía vocal, acompañada de palmas. Un canto colectivo nacido precisamente en esa gira europea y titulado Los errantes, que en algo menos de un minuto nos introduce en lo que entonces era la nueva cara de Güacho. Si bien mantienen temas y pasajes instrumentales, hay mucha más letra que en Vol. I, la voz tiene mucha más participación, a lo que las estructuras rítmicas bluseras se adaptan mejor. Si en el debut los pasajes psicodélicos invitan a la búsqueda, estos tempos firmes acompañan el encuentro de algunas certezas. Balas policiales que matan pibes, una madre llorando en la comisaría el dolor no va lavar. Saben los ojos que a nadie le gusta tu cara, y que la libertad acondicionada es horrible, y que los niños hambrientos lloran. Pero también es cierto que ponerse de pie es el principio de caminar, y que de ese acto individual se desprende el acto colectivo, y entonces estamos todos en naufragar. La cita de la cita puede ser tomada como la expresión de una de las certezas que elaboró Güacho en este recorrido: precisamente el trabajo colectivo.
Llegando al final, aparece una voz profética que revelará una última y fatal certeza: no existe el camino, no existen las formas, ni misterio alguno en las horas robadas al sueño. Lo único que en realidad existe es la constancia pesada y firme de las cosas vivas. Por esa constancia (en el sentido de autenticidad) lo vivido se convierte en certeza, y por esa constancia (en el sentido de persistencia) la certeza se convierten en memoria.
“En el canto verdadero se van repitiendo huellas” afirma José Larralde, y Güacho le da la razón. Vol. III-La persistencia de la memoria invoca regularmente las ideas afianzadas en sus antecesores para darles un giro pasional. Si no existe misterio en las horas robadas al sueño la recomendación será: juega con las horas que ya no van a regresar. Si no existen las formas, lo que importa es sólo lo que llevas detrás. Aquellos ojos que saben son ahora ojos tristes, que paralizados piden a gritos volver a ver.
Un disco más habitado por pasiones que por búsquedas o certezas, que no tarda en establecer un diálogo con el bosque y el azul de sus sentimientos. El guiño al clima de época, La guerra grande, tal vez sea el núcleo de este fin de trilogía. Un rock fuerte que advierte el riesgo de olvidar, denuncia los mecanismos del poder, y expresa el dolor de una derrota que se presiente.
La novedad llega por la exploración musical de la banda, que a su sonido ya característico y afirmado agrega arreglos sutiles de teclados. Sonidos que al principio apenas se distinguen entre ritmos galopantes y melodias rabiosas, pero que ganan protagonismo a lo largo del disco hasta estallar en el anteúltimo track para anunciar el final con un clima psicodélico y nocturno. Solo resta dejarse caer de espaldas, los ojos fijos en las estrellas que los antiguos colgaron de un espinazo, y habitar ese mundo incierto de la noche y el desvelo. Bajo el cielo y en la oscuridad, la canción repleta de recuerdos. Miles de recuerdos...

Fotografía: F. Russi. Imaginería: L.A. Borzi.
Epílogo:
Casi como una tradición, Güacho preparó su tercer viaje a Europa con un show en Pura Vida. Cualquier comentario sobre la banda en vivo llevaría como mínimo otro tanto de lo escrito hasta acá. Apenas como detalle, aquella noche del 30 de agosto le tocó el homenaje a V8, cambiando la letra de La guerra grande: en lugar de "Que no deja morir ni volver a creer, que te dejará herido agonizando entre los valles" se escuchó "no dejan pensar, no dejan crecer, no dejan mirar pero por suerte puedo ver".
Pero más allá de lo anecdótico, también en la previa de su gira editaron un track adicional, titulado precisamente La persistencia. Algo así como un corolario de la trilogía, un rock denso con aires de instrumental, que completa la idea en su recitado: La memoria persiste, a pesar del ser humano.

Ficha técnica:
Vol. I-En la orilla del océano
Todos los temas compuestos y ejecutados por Güacho: Hernan Torres, Joaquin Castillo, Lisandro Castillo, excepto pista 6 ejecutada por Güacho y Gabriel Lopez, en sitar. 
Grabacion e ingenieria del aguante: Hernan Sileoni.
Mezclado por J.C. para Tomas del Mar Muerto
Masterizado por Juan San Martin.
Ilustracion: L.A. Borzi
TMM 2012

Vol. II-Historias de viajeros
Todos los temas compuestos y ejecutados por Güacho: Hernan Torres, Joaquín Castillo, Lisandro Castillo
Dejó la piel en esta aventura: Shaman Herrera.
Colaboró pirotecnicamente con su voz: Juan Martín Cianfagna.
Eduardo Morote aportó el negro de los parches en El ciervo.
El color en las cuerdas del atardecer pertenece a Felipe Maqui.
Piloteó en todas partes esta pesada nave: Pablo Barros.
Grabado en estudios Ion.
Mezclado en DDR, lo de Pablo y la guarida del mar muerto.
Masterizado en Magic Garden por Brian Lucey.
Ilustración L.A. Borzi
Tomasdelmarmuerto. 2014.

Vol. III-La persistencia de la memoria
Todos los temas compuestos y ejecutados por Güacho.
Hernan Torres, Batería. Joaquin Castillo, Bajo. Lisandro Castillo, Guitarra y Voz.
Julián Rossini teclados en el Idioma de los Bosques, Luz Mala y Droga del Anochecer (B. No se deja Olvidar). Eduardo Morote percusiones en Droga del Anochecer (A y B). Shaman Herrera voces en el Idioma de los Bosques, La Guerra Grande y El Espinazo de la Noche. Lucas Finocchi voces y coros en Droga del Anochecer (A. No te dejes Engañar). Florencia Russi cencerro abierto en Las Almas Dormidas.
Grabado en Estudio del Abasto al Pasto (por Alvaro Villagra y Pablo Dieguez) y La Guarida del Mar Muerto (por J.C.).
Asistieron con silencio y empeño Gabriel Ricci y Sebastián Lombroni .
Mezclado por J.C. para Tomas del Mar Muerto.
Masterizado por Brian Lucey en Magic Garden Mastering.
Fotografía: F. Russi. Imaginería: L.A. Borzi.
Tomas del Mar Muerto . 2017.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Los rituales fantásticos de la llanura

La llanura pampeana, para los que la habitamos y nos criamos en ella, no es un espacio geográfico, ni una región económica unificada. Es nuestra primera representación del infinito, y por lo tanto un espacio imaginario donde caben rituales, costumbres, personajes. Un paisaje en apariencia sereno con un pasado salvaje y bárbaro que aún nos conmueve, nos atrae, nos constituye, con malones, zanja de Alsina, castillos ocultos, luz mala, inundaciones y matanzas.
"Entonces cuando lees Cien años de soledad es lo mismo. O sea, la forma de vivir la realidad es la misma. Y por ahí en un lenguaje que nos resulta más cercano, ves Big fish, que es eso mismo. Como una mirada romántica de un pasado super real, que si lo mirás de cerca tiene telarañas, pero se puede poner romántico y se torna literario" dice Pedro Bedascarrasbure, cantante y guitarrista de Tanque, criado en esa terraza que estas pampas tienen en Tandil. "Queriamos que el disco tuviera canciones, y a la vez explorar los rituales", completa, refiriendose a Los tigres de la nueva sensibilidad y abriendo una de las puertas de entrada de la obra..
No es casual, entonces, que el primer tema (Puente de fierro) refiera a uno de esos rituales: la ruta, el camino de tierra, las tranqueras, el río de llanura, la pesca. Un recorrido habitual que al ser contado (cantado) adquiere aquellos ribetes mágicos, casi oníricos, de cabezas en el puente, sangre, agua y barro. Un punto de partida para una historia que transcurre en este territorio imaginario, donde hay amor en el viento, pero también hay trincheras, y el mal ha triunfado de nuevo, viste un tanque en la estación, por lo tanto hay una guerra que pelear, en perfecta complicidad vos y yo contra los empresarios, contra los dinosaurios, contra todo el poder del mal.
Cabe así mismo leer la historia con el aporte de nuevas miradas. Si bien el título del disco proviene de la pluma unificada de Borges y Bioy, puede decir mucho más que eso en un puñado de canciones escritas casi en su totalidad con un yo narrativo neutro. "Nosotros somos 4 varones que por momentos caemos en lugares estúpidos comunes que trascienden nuestra deconstrucción, o que tienen que ver con la deconstrucción. Pero tenemos una nueva sensibilidad" dice Pedro Bedascarrasbure. Tal vez aparezca apenas como otra pregunta sin respuesta que no encaja en el rompecabezas porque nunca se nos dio la instrucción, pero tal vez sea también una revisión de lo que ese territorio imaginario y sus rituales nos han exigido más o menos explicitamente.
El entorno musical refuerza estas ideas que recorren el disco. No hay climas festivos, sino más bien guitarras oscuras, predominan los tempos lentos y medios, las melodías largas y los riffs bluseros. En esas 11 canciones que transcurren en 42 minutos está plasmado el crecimiento de la banda, con un sonido ya asentado y hecho propio.


Foto: Manuel Cascallar
“Los tigres de la nueva sensibilidad” fue producido por la misma banda, grabado en el conservatorio Gilardo Gilardi de la ciudad de La Plata los días 13, 14 y 15 de octubre de 2017. Cuenta con la presencia de Lucas Finocchi, integrante de Mostruo!; Sebastián Coronel, de La Teoría del Caos y Santiago Peri de Los Valses. Las voces fueron grabadas en el estudio Tomas del Mar Muerto por Joaquín Castillo, miembro de Güacho.
La mezcla fue hecha por Joaquín Castillo en TMM.


Tanque: Juan Baiardi, Pedro Bedascarrasbure, Joan Benito Britez y Facundo Lopez.


lunes, 19 de noviembre de 2018

Crema llena el tanque

Un slide suave e hipnótico como el humo, una melodía nostálgica y melancólica fifty-fifty, un tempo lento, y una letra que avisa: "Cuando encuentras la soledad susurra sus palabras tristes". Con ese combo, Crema del cielo inicia su cuarto disco, Nock racional. Ciertamente, luego del fade out con coros en formato lamento, 10 segundos de sintes nos meten en un rock tenso y directo con finale cuasi festivo, que tranquilamente podría ser un primer track. Pero no hubiera anunciado los caminos por los que el disco invita a perderse como lo hace Soledad.
Porque Queso y nuez, más allá del chiste del título, señala que te puede ir más o menos bien, pero sabés y sentís que todo es una mierda, y más adelante el amor será definido por las ausencias en Cuando no estas. Aún cuando el tempo sea más rápido, No quiero verte más también expresa la nostalgia de haber vivido buenos tiempos y caer en la cuenta de que a toda primavera le llega su final.
El equilibrio del disco está logrado en la alternancia con canciones como Pájaro y piedra, donde un bajo galopante soporta la añeja complicidad de la guitarra y el teclado, Hombres sin corazón, en la que a fuerza de teclas, sintetizadores y ritmo se genera un sonido bien de los 80, o incluso en Arroyo, que aún con su tempo lento rescata que todavía hay quienes encuentran la ocasión de cantar y por eso tienen todo lo que quieren. También aporta a la variedad de sonidos el tema de cierre, Gol: una canción deforme con referencias en José Mercado, expresión del deseo de echar a patadas a los que te prometen primaveras con el invierno bajo el poncho.
Todo disco contiene y expresa una parte del clima de época. Puede ser más o menos transparente, más o menos explícito, pero ahí está no solamente la individualidad del compositor (o de la banda como unidad) sino también el efecto que el ánimo colectivo tiene en esa individualidad. En ese sentido, Nock racional es un disco transparente más no necesariamente explícito. El guiño máximo es Huevos de serpiente, que parte del amargo despertar de un sueño mágico y lo convierte en el amoroso deseo de llenar el tanque y chocar de frente.


Foto: Martín Bonetto

Ficha técnica:

Crema del cielo son:
Gabriel Rulli: guitarra y voz
Daniel Rulli: Percusión y coros.
Lautaro Ramirez: Bajo y coros.
Eduardo Carreras: Batería y coros.
Leo Giordano: teclados, sintetizador y coros.
Jorge Leguizamón: Guitarra y coros.

Todos los temas fueron grabados en toma caliente los días 16,17 y 18 de febrero de 2018 en Estudios Panda.
Grabados por Mario Breuer y Gualberto de Orta, con la asistencia de Sergio Martinez y Teodoro Caminos.
Producido, mezclado y grabado de overdubs en Tolosa Estudio por Eduardo Carreras.
Asistencia doctorada en batería por Luciano "Lulo" Esaín.
Masterizado por Max Scenna en Quick Sun.
Arreglo y direccion de cuerdas en Soledad Alejandro Lorca
Musicos invitados : Fernando Glombobsky guitarra slide y coros
Soledad: Sergio Poli (primer violin), Fernanda Ortega Passalacqua (segundo violin), Sofia Vocaturo (viola), Pilar de Larrañaga (cello)
Gol: Manuel Gonzalez Ponisio en saxo Baritono.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Valses asiáticos

"Hace 3 meses el disco no estaba. Tuvimos una fecha que salió mal, con poca gente. Ya teníamos pautada la fecha de hoy. Y bueno, presentemos disco, nos dijimos". El que habla es el Tano Peri, guitarrista de Los Valses, y hoy es 18 de agosto, y estamos en Guajira, y recién se bajan del escenario, y dieron un show contundente intercalando ternuras y rabias. Lo que acaban de presentar de puro guapos es Asia menor, un disco del que sólo se conocen 2 temas, tal es la urgencia de dar un salto para adelante. Pero ahora, sobre el escenario, el disco está.
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Foto: Manu Cascallar
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Aquella necesidad de acelerar hace de Asia menor un disco rápido (que no es lo mismo que apurado), con 7 canciones en casi 21 minutos, promediando así los 3 que debe durar toda canción perfecta. Por si fuera poco, el disco se diferencia de su antecesor desde el comienzo. Si en el debut la banda calmaba las ansias del cantante con una intro de minuto y medio, en esta oportunidad la urgencia desatada lo pone a Pablo Matías Vidal a cantar cinco segundos después de darle play.
No es un dato menor. Es el síntoma de una amalgama perfecta de la banda. La comprensión de los momentos, de los tiempos y de las propias necesidades está plasmado en ese mínimo detalle. Si en aquel debut los músicos se unieron en torno a las canciones del Mago, ahora las canciones son las que toman forma en torno a la banda. Ese universo creativo, pensado de esa manera, permite entonces que entre las canciones de Vidal aparezca una compuesta por Oscar Trani (baterista), que no desentona en absoluto con las demás.
Con tempos en promedio más rápidos que en el trabajo anterior, las canciones van del homenaje a Antonio Porchia (con cita incluida) al viaje por Ensenada plenos de curiosidad y fascinación, de la relajada Teleférico a la tensión final de Sin salir. Se suman aquellas que habían funcionado como adelanto: Yucatán y Solitario, y la perla del disco, Huye el sol (Asia menor), una canción que por ritmo, melodía y letra es difícil dejar de escuchar. En ese sentido, lo que se reafirma es la idea de álbum. Las canciones se pueden ordenar de acuerdo a distintos climas, pero en definitiva es eso: un álbum de canciones.
Por ese lado están las continuidades. Las canciones del Mago siempre van a tener una frase que queda repicando, la guitarra de Peri siempre va a dejar una melodía silbable y pegadiza, y las bases de Trani y Gabo Ricci siempre van a marcar el paso para una buena caminata.


Se suman invitados en 4 tracks: Juan Baro Latrubesse (compañero de Vidal en Niños Knoll, integrante de Fus delei y El estrellero) en teclados y sintetizadores, la inconfundible voz de Gustavo Caccavo (Elefante Violeta, Villelisa, Drogal), y los vientos de Ignacio DiMartino (trompeta) y Daniel Rivara (trombón). Diseño de tapa nuevamente a cargo de Pablo Libera, sobre foto de Manuel Cascallar. Fue grabado en Estudio Mirifico (Facundo Lizondo y Nico Carlino) y en El desierto audiofactoría (Lautaro Barceló). Mezclado por Nico Carlino y masterizado por Gabo Ricci. Bajo sello Pontaco, lo encontrás en Spotify y en YouTube.